lunes, 24 de junio de 2013

El misterio de Villa de cristal (2ª parte)



El misterio de Villa de Cristal
(2ª Parte)

Mi cuerpo no podía reaccionar ante tal espectáculo y no podía mover parte alguna.
De pronto, una luz  la atravesó cegándome al instante.

Me costó comprender lo que había pasado. Al cabo de un rato pude observar que aquella luz no era nada más y nada menos que el propio sol. Estaba amaneciendo.

Por increíble que parezca, la misteriosa chica estatua había desaparecido tras el fogonazo de luz.

Miré a mí alrededor y horrorizado pude comprobar el cuerpo de un hombre sentado en un rincón, totalmente ensangrentado y con un agujero enorme a la altura del pecho.

Un hombre que pasó por mi lado se detuvo al verme tan pálido.

-Disculpe, ¿Se encuentra bien? [Dijo posando su mano en mi hombro]. 

Quería contestar pero no podía gesticular palabra alguna.

Lo que más me asombraba era que el hombre no parecía prestarle atención alguna al chico muerto del rincón.

-¿Qué es lo que miras tan fijamente? [Preguntó intrigado].

-Pues eso… [Contesté impactado].

El cuerpo había desaparecido como por arte de magia. No había nada.

Lo mejor será que te marches antes de que caiga la noche Pedro. [Dijo muy serio].

No recuerdo haberte dicho mi nombre. [Contesté estupefacto].

El hombre se marcho como si nada y desapareció.

Impactado por los hechos, decidí irme al hotel y descansar un poco hasta quedar con Juan y explicarle lo sucedido.

Llegué a mi habitación, me tumbé en la cama y tras un fuerte suspiro, cerré mis ojos y me deje llevar.

Me desperté y comprobé el reloj. Eran las 11, una buena hora para mirar y ver que me daban de desayunar en el hotel.

Me vestí y Salí de la habitación dispuesto a marchara a por mi desayuno pero estaba intrigado por el hecho de que todo estaba en silencio. A esa hora es raro que no se oiga a nadie.

Descendí las escaleras con un pequeño temor en el cuerpo y tras llegar al comedor la sorpresa fue aun mayor.

No había nadie, tan solo un camarero con un gesto poco fiable.

-¿Qué desea señor? [Preguntó con su mirada siniestra].

-¿Dónde esta la gente? [Pregunté intrigado].

-Se han marchado a una visita guiada por el pueblo. [Contestó]. Se ha levantado algo tarde [Añadió sonriendo].

-Si, la noche fue muy larga… [Respondí].

-¿Desea el desayuno?

-Por supuesto. Me gustaría…

Antes de que terminara la frase me interrumpió de forma rápida.

-Siéntese que ya le sacamos el desayuno especial. [Dijo con su sonrisa].

-Gracias [Contesté asombrado].

En cuanto me senté otro camarero hizo su aparición. 

-Que aproveche [Dijo mientras se iba].

La sangre se me heló en segundos al mirar el desayuno.

El baso estaba relleno de algo rojo y espeso, más concretamente sangre.

En el sándwich un gusano hizo aparición agujereando la corteza de arriba. Se me ocurrió abrirlo y estaba completamente infectado de ellos.

Levanté la cabeza y me sobresalté al ver a alguien sentado en la mesa frente a mí. Era la chica de la noche anterior, mirándome de nuevo con esos ojos negros de mirada perdida.

-¿Qué pasa Pedro, no tienes hambre? [Preguntó con una sonrisa macabra mientras destapaba su plato].

Su plato contenía nada más y nada menos que un corazón humano.

-El próximo será el tuyo. [Dijo enseñándome el corazón].

Mi móvil comenzó a sonar pero no podía contestar, no podía moverme.
Todo se volvió borroso y tras unos instantes, desperté.

Estaba en la cama del hotel y el móvil estaba sonando en la mesilla.
-¿Quién es?

-Pedro ¿dónde estas metido?

-Hola Juan, pues estoy en el hotel ¿Por qué?

-Habíamos quedado para comer, ¿No lo recuerdas?

Miré el reloj y marcaban las 2 y cuarto de la tarde.

-Lo siento Juan, no me había dado cuenta de la hora, en unos instantes nos vemos en la plaza central. [Dije incorporándome rapadamente de la cama].

-De acuerdo, pero no tardes. [Contestó].

Colgué y me alivie de que todo lo que había pasado no había sido más que un sueño.

Me vestí y me marche del hotel que esta vez tenia un ambiente más alegre.
En unos minutos llegue a la plaza y me encontré con Juan que tenía cara de estar aburrido de esperarme.

-Hombre, por fin llegas [Dijo riéndose].

Nos fuimos hasta el bar más famoso del pueblo. El bar Kraken.
Era el bar más aclamado por los turistas y habitantes.

-Juan, ayer me dijiste que me tenías que contar una leyenda sobre este pueblo, ¿Te acuerdas?

-Es cierto. [Contestó]. Verás, cuando les dije a mis amigos que venía para acá a pasar unos días me comentaron la leyenda. No me la creí pero la busque por Internet y ahí estaba.

De hecho la imprimí. Tómala.
(La dama de cristal)
Cuenta la leyenda, que una noche fría y tormentosa, llegó a la orilla de Villa de cristal un marinero moribundo. Las grandes olas habían engullido su barco dejándole totalmente indefenso ante la furia del mar.
En la orilla lo  rescato una muchacha de la zona y lo llevó para que fuera atendido.

La chica no se separó de el en ningún momento durante su recuperación. Esto hizo que surgiera algo entre los dos y más tarde ella se entregara al marinero.
Todo parecía muy bonito, pero tras su recuperación, decidió partir sin decirle nada la muchacha y no volver jamás.

Ella mujer, destrozada por el abandono del marinero, decidió quitarse la vida dejando consigo una maldición.

El vino del mar y volvió a el con mi corazón. ¿Fue castigo de Poseidón?
Hasta que no me devuelva lo que es mío, robaré el corazón de aquel que de mis ojos se enamore.

En memoria de la chica se construyó una estatua de cristal idéntica a ella y se colocó frente al mar. 

Desde entonces cuentan que la muchacha aparece por las calles a partir de la media noche y todo aquel hombre que va con ella no vuelve a aparecer jamás.

En ese momento me vino a la cabeza aquella chica y por lo visto, Juan se percató de que yo sabía algo que él no.

- Pedro, por tu cara puedo intuir que sabes algo sobre esto ¿Me equivoco?  

- Es posible Juan, pero no te lo puedo decir con exactitud. [Respondí mientras dejaba el papel en la mesa].

- puedes contármelo Pedro. Creo que con lo que pasamos en su día no hay nada que me sorprenda. [Dijo riendo].

Comencé a contarle todo lo que me había ocurrido y a medida que avanzaba, su cara mostraba un mayor gesto de asombro.

Una vez que terminamos de comer y opinar sobre lo sucedido, decidimos pasear para olvidarlo y contemplar la belleza de Villa de cristal, ya que pese a lo ocurrido, era un lugar tranquilo y acogedor.

No había nada más relajante que pararse frente al mar, cerrar los ojos y escuchar el vaivén de las olas.

Cuando abrí los ojos, miré lo que, en su día, sería el escenario de aquella triste historia del marinero y la muchacha.

- ¿Cuántos años habrán pasado? [Pregunté en voz alta mirando al mar].

- Ni idea Pedro. Lo busqué por un montón de sitios, pero nadie dice la fecha.

- Bueno Juan, cambiando de tema ¿Cómo es que has venido solo? [Pregunté para dejar de una vez el tema de lado].

- Iba a venir con mi hermana, pero al final le surgió algo en el trabajo y me dijo que no podía venir. Iba a quedarme allí, pero pensé que lo mejor era salir de una vez y cambiar de aires por unos días. ¿Y tú?

- Ya me conoces Juan. Me gusta ir de allí para acá de vez en cuando para conocer sitios y gente nueva. Siempre voy buscando un sitio para relajarme, pero está claro que los misterios siempre me persiguen [Respondí riendo].

- No hace falta que me lo jures ¿Alguna vez has tenido unas vacaciones de verdad?

- Las tuve hasta que terminé el instituto.

- ¿A qué esperas? Dejemos de mirar el mar y vayamos a ver el resto del pueblo y ya de paso vayamos a buscar mujeres. Es hora de que tengas unas vacaciones como Dios manda.

No pude evitar sonreír y recordar los momentos que pasábamos juntos cuando estábamos en el instituto. Cuando nuestra mayor preocupación era saber cuantas notas teníamos suspensas en el boletín del centro.

- Tienes razón Juan. Vayámonos.
Continuamos paseando por el pueblo en busca de algo de algo interesante, cuando, de pronto, encontramos un grupo de gente echando fotos y hablando.

Estaban fotografiando algo, pero con la cantidad de gente no podía divisar que era.

- ¿Ha venido algún famoso y no me he enterado? [Pregunté riéndome].

- Tal vez se trate de la estatua. [Contestó Juan].

No pude evitar acercarme, colándome entre la gente para descubrir algo que ya imaginaba.

Ahí estaba de nuevo. Esa dichosa estatua que me había llevando al borde de la locura en varias ocasiones. Esta vez se veía algo diferente. Estaba claro que era de cristal, cosa que aquella noche no pude apreciar y a parte, su gesto parecía algo más triste.

Tras mirarla a los ojos no pude evitar acercarme. Algo en ella me llamaba.
Lentamente me fui acercando hasta quedarme justamente frente a ella. Noté que el murmullo de la gente había cesado. 

Según me contó Juan más tarde. Todos dejaron de hablar y posaron su mirada en mí, ya que no comprendían lo que estaba haciendo.

Acerqué poco a poco mi cabeza hacia la suya y, sin tener ningún control sobre mi mismo y besé suavemente los labios de la estatua. 

Apoye mi cabeza en su hombro y tras unos instantes oí claramente un susurro en mi oído.

- Ya es tarde, lo has hecho. Nadie se resiste a mis encantos. A media noche te encontraré y te quitaré tu valioso y enamoradizo corazón.

Fue ahí cuando comprendí que aquello era algo más que un mito. Mi vida corría peligro y el tiempo se me agotaba.


                                                   © Pedro Ibáñez Béjar


Continuara…

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